28.10.09

AQUELLA VEZ QUE MORÍ


Lucidique yacía al pie del gran edificio de 21 pisos, su tez blanca, su larga cabellera marrón ondeaba con la fría brisa; su frágil cuerpecito, impregnado en la dura acera y su vestido de seda plateada estaba suavemente revoloteando sobre su aún vivo cuerpo.
Él la siguió casi al mismo tiempo que cayó ella, y dando un fuerte salto, cayó como una fiera al lado de quien trataba de matar.
Ella aún respiraba, aunque a cada segundo se acortaba más y más… Sabía que era su fin, pues aquel ser a quien había amado tanto; ya no existía, tan sólo había quedado su cuerpo, y su alma, cambiada a una forma perversa, casi demoníaca quería matarla ahora, pues no podía dejar huella de su vida pasada, ni de un supuesto amor por el que antes hubiera dado la vida y ahora tendría que quitársela para así comenzar con una nueva vida, la cual estaría ligad ala horror y el sufrimiento.

Él se acercó a pasos cortos donde el cuerpo de su amada yacía casi sin vida, se agachó a examinarla moviendo su frágil cuerpo de un lado para verle al rostro.
Ella suavemente alzó la mirada para ver a su verdugo a los ojos. Levantó su rostro sostenido por la tosca mano y alzó los ojos mallenta para ver los de su agresor. Se dio con el susto que, quien estaba tratando de verla era, sin ninguna duda (---)
Ella trató de sonreír, pues por fin había aparecido el amor de su vida, a quien había pensado perdido por 7 semanas. Lucidique trató de modular una palabra, aunque su mandíbula se veía caer de un lado; pero él le puso un dedo sobre la boca e hizo que callara.
Ella lo encontró diferente, su pelo lacio y oscuro más largo de lo habitual, sus ojitos de caramelo tan brillantes como siempre y distintos a la vez, su piel oscura se veía firma y dura, y en su rostro se notaba grabada una imagen fría que no expresaba sentimientos. Sobre él, un saco largo y oscuro le daba el toque tenebroso.
Le pareció raro y casi extraño verlo así.

Él la dejó ahí; con la mirada apagad ay mirándolo a los ojos, en los ojos de Lucidique sólo vio amor, a pesar de todo, ella aún lo amaba, esto lo dejó confundido, pero se puso dispuesto a acabar con ella, preparó el revólver que llevaba dentro de su saco, y apuntó fríamente su cráneo.
Mirándola a los ojos, su mente vagó por algunos míseros segundos. Recordó aquella tarde de invierno, fría y húmeda por una leve llovizna que mojaba y escarchaba sus cabellos, se dirigían a ir de shopping; Lucidique lo llevaba de la mano por una calle puesto que él no conocía de tiendas de ropa y mucho menos de moda, cruzando una pista Luci vio una gran tienda en la otra esquina, espetó brillándole los ojos y esbozándole una gran sonrisa -¡Ya vi a dónde vamos a entrar!-
- Y a dónde, pues- masculló él acercando su rostro sobre el hombro de Luci para poder visualizar el lugar; y ella, levantando la mano donde llevaba un cuaderno de apuntes señaló con un ligero movimiento brusco que a su vez tropezó con los dientes de él que terminaba de modular la frase y lo jaló un poco haciéndole doler. Él dio un suave gritó –¡Oouch!- , ella giró, y al ver lo que había pasado, se avergonzó y puso el cuaderno tapándose el rostro. Él disimuló el dolor y articuló como divertido -¿Dónde?-. Ella se disponía a levantar la misma mano con el cuaderno para señalarle, y al darse cuenta que iba a repetir lo anterior, se retractó y bajó el brazo, y levantó el dedo índice de la otra mano, diciendo minúsculamente:-Ahí-. Él rió.
Anduvieron algunos pasos, y Luci se giró a verlo bien, puesto que notó que aún se sobaba un poco, ella paró de andar y lo detuvo un momento poniéndose delante de él para ver si le había hecho daño, le preguntó-¿Te dolió?¿dónde te hice daño?- entre dulce y preocupada. Y dejándole la frase en los labios, ella se acercó y poniéndose medio de puntillas juntó sus labios con los de él dándole un suave beso fugaz.
Eso bastó para que olvidara, y le regaló una leve risita cariñosa. Ella le dedicó otra y se volvió para entrar a la tienda.

Él pensó en ese momento que no había persona más hermosa y perfecta para él; la amaba, con todos sus defectos y atolondradeses, la quería demasiado, y siempre lo pensaba.

Él se sintió aturdido, tal vez los recuerdos del pasado aún lo agobiaban un poco, aunque, sabía que era su deber el terminar con ese pasado, una parte de él aún tenía esos sentimientos. Tomó fuertemente el arma que aún apuntaba a la frente de ella, las manos le temblaban; apretó los dientes. Un fuerte viento levantaba su saco y con él, su pelo revoloteaba. – discúlpame por lo que voy a hacer, pero lo tengo que hacer-
Los ojos de Luci se oscurecieron y se empequeñecieron las iris a tal punto que parecían diminutas manchas de sangre seca, su piel blanca se puso como el marfil, y se sintió aterrada ante tal sufrimiento, quién podría creer que el amor de su vida quisiera acabar con ella.
-No...-pudo modular casi sin aliento.
Él sin más preámbulos apuntando ácidamente, cerró los ojos y dijo – te amo- apretando con dureza el gatillo ¡PUM! Bajó el brazo, y aún con los ojos cerrados dio media vuelta dirigiéndose hacia un callejón y dando dos pasos abrió los ojos, a lo cual parecían dos fuertes llamas de fuego que recién comenzaban a arder, siguió caminando y adentrándose a la callejuela, desapareció entre las sombras y la oscuridad profunda de aquella noche.

26.10.09


Esto es más duro de lo que pensé
Quisiera tirarlo al fuego
y terminar con todo esto.

Fría lluvia, fuerte granizo
Tendría que pesar en algo más,
Pero mi corazón no me deja.

Cada día esto destruye mi alma,
Mi pobre corazón sufre, sufre..
Mi aliento, frío aliento..
Cada día siento dejar de respirar.

Quisiera romper la fuerte barrera,
Pero mis manos se detienen,
Mi cuerpo no quiere salir,
No quiere dejar la triste agonía.

Me siento atada,
Y mi alma se desvanece.
No quiero pensar,
No quiero caer.



El desgarro del alma
Mi alma tan marchita,
Nauseabunda ironía
Amor de perros,
Eso no es para mi; ya no.

Esperar el anochecer,
Y el despertar de las fieras
(Las que habitan en mí)
Si supiera alguna forma
De despertar como un ser mortal.

Maldito pudor viril,
Mi cuerpo deseoso de otro
Me hace sensible sin querer.
No busco vergüenza,
Tampoco amor.
Sólo busc

o paz.
Tal vez si supiera
Si supiera alguna forma de alejarme,
Es imposible el alejarme de ti.

Quisiera talvez el poder olvidar
Lo que siento es más fuerte que yo
Pensar en lo que pudo ser,
Me hace difícil el despertar cada día.

Hace un año me sentía la más dichosa
Y ahora ya sólo soy un despojo
Un zombi estropeado,
Algo que añora tu regreso...

El mañana será algo mejor
Tal vez debería resignarme...
El príncipe tal vez nunca regrese,
Y me haga vieja esperando…

Tal vez debería resignarme
Y no pensar en el mañana,
Tal vez sea lo mejor.

Dejaste huella en mis labios maltratados
Por aquella vez que en mí te dejé grabado,
Fuerte sed de placer,
Dulces labios carnosos
Deslizaste tu lengua por mi yugular,
Me derretías con tu suave aliento natural.

Con susurros al oído deslizabas mis ropas
Y yo; al delirio caía de excitación.

La fuerza de tus labios
En aquel crepúsculo de placer
Me dejé caer en tus manos
Que firmes recorrían mi piel…

Suavemente al piso nos dejamos caer
Y como fieras enardecidas
Que en su vida habían visto carne,
Nos dejamos disfrutar
La dulce agitación de la penetración.

Caí en tus redes
De suaves movimientos perversos.
Aún recuerdo el cuadro
De dos seres inertes
Acurrucados dentro de sábanas blancas,
Tu mirada cansada
Y nuestros cuerpos desnudos
Bajo la leve luz de la luna.

OH…, estrella del cielo,
Tan brillante se ciega
La luz tan sólo brilla
En oscura penumbra de noche.

La luz llena se aleja,
Y mis pasos hacia ti
Diminutos pasos,
Se desvanecen…

Tu penumbra irradia,
Tal como tu ausencia en mí.
Doy vueltas alrededor de tu imagen
Maldita luz que todo lo ve.

Debería seguir derecho
Hacia el camino que debo,
Pero un méndigo desliz
Me hace caer...

Tengo un deber que cumplir
Y tu sombra yace en mí,
Maldito espectro
Carnívoro de mí,
Por favor no sigas
Que debo seguir…